El pasado sábado viniendo de practicar mi nueva afición obsesiva, pasé por un bar cercano a mi casa donde el típico equipo de fútbol sala formado por treintañeros disfrutaba de un cervecita tras el partidillo semanal. Me vino a la cabeza la película Días de Fútbol, la cual partía de una buena idea pero de la que nunca me terminó de convencer su desenlace forzado. Como digo la idea de partida me parecía perfecta, unos amigos casi cuarentones que intentan compensar las derrotas en la vida venciendo en una liga de mala muerte. Yo siempre he tenido una visión romántica de los equipos de fútbol sala de amigos. Me parecen una muy buena metáfora de la evolución de las relaciones de amistad entre hombres. Los equipos se crean con 17 o 18 años por amigos de toda la vida, en el inicio el equipo como el grupo de amigos es una piña todos reman en el mismo sentido, nadie suele faltar a los partidos y durante toda la semana sólo se habla del partido pasado, del partido futuro y de donde se va a salir el fin de semana. Con las primeras novias empiezan las primeras desavenencias, algunos empiezan a encontrar otras prioridades y el equipo titubea. Se buscan entonces nuevos fichajes y se incorporan amigos de amigos, pero el equipo sigue unido. Con la finalización de la universidad todo se complica, comienzan los trabajos, las relaciones sentimentales se vuelven más serias y es hora de volver a rebuscar en el mercado de invierno. En este caso se comienzan a fichar familiares, amigos de amigos de amigos, el primo del cuñado de la novia del portero y uno que pasaba por allí y que de vez en cuando le ha dado patadas a un balón. Es el comienzo del fin, cada vez cuesta más llegar a los partidos, cada vez cuesta más ser cinco para el partido y encima cada vez cuesta más ganar un partido. Entonces llega un día en que todo acaba, el equipo desaparece y a nadie parece importarle. Pero tras unos años de matrimonios, niños, hipotecas y trabajos frustrantes el equipo renace de nuevo. Todo vuelve a ser como 10 o 12 años antes, todos son puntuales a los partidos, durante la semana se habla del siguiente rival, alguno hasta hace estadísticas en una hoja Excel e incluso se vuelve a entrenar. Eso si, las derrotas siguen siendo numerosas pero da igual porque tras el partido siempre hay una cerveza esperando. Una cerveza que durante un rato te impida pensar en tu matrimonio, tus niños, tu hipoteca y tu trabajo frustrante.
PD: "You´ll Never Walk Alone" (Gerry and the Peacemakers)
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1 comentario:
El autor se olvida de los muchos que irán a su minúsculo piso (que para ellos es un palacio) hipotecado (nunca gastaron el dinero mejor) con su mujer (que les sigue poniendo como una moto) y sus hijos (ayyyyy, es que se los comían), todo ello para olvidarse de su puta mierda de equipo de fútbol sala.
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