La frase que da título a este post fue pronunciada por Richard Ashcroft, cantante de The Verve, cuando un tribunal obligó al grupo a ceder todos los beneficios generados por la canción Bitter Sweet Simphony a ABKCO, compañía que poseía los derechos de las canciones de los Rollin Stones compuestas durante los años 60. El motivo de esta resolución judicial se debe a la utilización en la canción de un sampler de la canción The Last Time de los Stones. Lo curioso del caso es que el sampler no está sacado de la canción original sino de una versión de la canción realizada por la Andrew Oldham Orchestra. Y todavía más sorprendente es que en los créditos de Bitter Sweet Simphony aparecen Mick Jagger y Keith Richards como compositores de la canción junto al propio Ashcroft, aunque a mi entender las canciones se parecen lo que un huevo a una castaña.
La versión original:
La versión instrumental de Andrew Oldham:
Bitter Sweet Simphony:
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